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Sigan el camino del amor así como Cristo nos amó y ofrendó su vida por nosotros como un sacrificio voluntario cuyo agradable olor sube a Dios.

Ustedes son el pueblo santo de Dios; por lo tanto, ¡entre ustedes no debe existir ni la más mínima indicación de inmoralidad sexual ni ningún otro exceso! Tampoco digan groserías, tonterías ni hagan bromas vulgares, pues no convienen; más bien, den gracias a Dios.

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